Miel y polen, una combinación excepcional, una armonía que las abejas ya encuentran en la flor.
El néctar es la parte dulce y aromática. El polen es un alimento estructural y proteico, ya presente en pequeñas cantidades como rastro en la miel, las abejas hacen un uso extensivo de él para alimentar a los polluelos en crecimiento y sobre todo a la reina ponedora. En primavera, la madre de toda la colmena produce unos 3.000 huevos al día.
Es un gasto enorme de energía y proteína, hay que compensarlo con este súper alimento.
El foco es agradable al paladar, recuerda a la miel de acacia con el intenso polen de poliflora vegetal y herbácea.